QUE SIGA VIVIENDO NUESTRA CASA DE LA CULTURA!
Desde que era muy niña, supe lo que era la auténtica cultura y el arte más bello.
No solo gracias al interés de mis padres en que lo conociera; sino porque el sitio donde se entendía que tenía que tomar lugar dicha travesía hacia el mundo de la diosa Atenea; era en el Teatro Manuel Bonilla conocida por los tegucigalpenses como “La Casa de la Cultura”.
Nuestro Teatro Manuel Bonilla ha sido restaurado anteriormente y ya necesita su proceso de nuevo.
Fue ahí en donde recibí clases de ballet con la inolvidable maestra costarricense radicada en Honduras, Merceditas Agurcia; y con solo eso; se me abrió un mundo maravilloso, que abarcó mi introducción al idílico universo de la música clásica y más delante de la ópera lo cual fue como ponerle una banda sonora al numen que Dios ya me había obsequiado para poder cultivar la poesía y hasta la música.
Ya que de ahí vinieron las clases de piano y la lectura constante de literatura, mitología y de conocimiento de las grandes obras de los grandes maestros que incluían algunos aspectos de sus vidas.
Así lucía nuestra Casa de la Cultura el año de su inauguración: 1915.
Todo ese ávido apetito por ese exquisito mundo, me brotó con solo entrar a todo lo que me ofreció el Teatro Manuel Bonilla a través del ballet, las funciones del mismo y el que llegara a mis oídos; las excelsas notas de Tchaikovsky, Mozart, Beethoven, Johann Strauss, Brahms, entre otros genios
Y esas oportunidades que me dio el Teatro Manuel Bonilla para conocer el arte desde tan pequeña; forjó lo que soy ahora; una apasionada de las artes y una promotora cultural desde hace muchisímos años.
Tal como yo que aprendí a tocar piano por inspiración de nuestro teatro; hay niños capitalinos que han tocado en vivo en su escenario.
Por eso cuando supe que este templo de las artes tan simbólico de nuestra Honduras, cumpliría sus 100 años en septiembre del 2015 y los encargados del mismo necesitaban recaudar fondos para financiar su restauración; labor tremendamente necesaria para que soporte el embate del tiempo, de los elementos y hasta el desgaste que la misma gente le da; supe que algo tenía que hacer.
Sin solicitarlo fui invitada a formar parte de su comité encargado de promulgar acciones para hacerlo posible, algo que me tiene muy orgullosa y por ende, el motivo de este reportaje es que todo hondureño consciente de la importancia de la cultura como columna vertebral de la educación y de la sociedad; nos ayude a hacerlo posible.
El teatro Manuel Bonilla se suponía que se llamaría Teatro Cervantes en honor a los 300 años del Quijote de la Mancha
Pero como surgió el Teatro Manuel Bonilla?
A principios del siglo XX; exactamente en el año 1905; diversos hombres de las artes que deseosos de celebrar los 300 años de la magna obra de Cervantes “El Quijote de la Mancha”; le pidieron al entonces presidente hondureño, Manuel Bonilla, que construyera un teatro en honor al máximo cultor de las letras castellanas y el que llevaría su nombre.
El presidente Manuel Bonilla fue el que aprobó su construcción y por ello, el teatro llevaría su nombre.
Dicho comité que propuso la edificación de dicho coliseo, incluyó a ilustres personajes de esos tiempos como el creador de la letra de nuestro himno nacional, Augusto C. Coello, Luis Landa Escobar, Esteban Guardiola, Rómulo Durón, y el insigne poeta olanchano, Froylán Turcios.
Su idea era que los habitantes de la ciudad de los Cerros de Plata, tuvieran un lugar en donde pudieran disfrutar de ballet, conciertos de música clásica, funciones de teatro, ópera, zarzuela, etc; y la misma comenzó a cobrar vida el 4 de abril de ese año, cuando se emitió el decreto de su construcción.
El Théatre de l´ Athénée de París fue el modelo que usó un ingeniero francés para diseñar nuestro teatro.
Se buscó al ingeniero francés Maurice Surgueois para que diseñara el edificio y este se inspiró en el interior del teatro Théatre de l´Athénée de París, un histórico monumento de dicha ciudad y uno de sus edificios más hermosos.
Se designó al arquitecto español residente en Guatemala, Cristóbal Prats para que lo construyera y lo pintó el artista de la plástica hondureño, Carlos Zúniga, los que se encargaron de su ornato.
Así lucía nuestro Teatro Manuel Bonilla en 1919; como todo un recinto de las artes europeo.
Se hizo una labor dedicada de diez años para dejarlo lindo y para ello se enchapó en sus paredes externas un diseño renacentista en color rosa con seis columnas de once metros de alto por 1.36 de espesor y sus salones llevaron los colores designados en los teatros europeos; marfil en las paredes, dorado para que combinara primorosamente con el rojo corinto.}
Los relieves fueron decorados con paisajes hondureños acompañados de medallones laterales en los palcos; y se le colocaron 18 lámparas para piso, 14 faroles de pie en torno al pasamanos y de su techo de lámina repujada penden cinco preciosas arañas decorativas y lámparas de cristal de Murano, que coronan la sobria elegancia del teatro Manuel Bonilla.
En el Teatro Manuel Bonilla se han ofrecido más de 10,000 presentaciones musicales, teatrales, óperas, etc.
Desde el principio, incluyó un mural muy grande en la parte superior del telón, que nos evocaba el descubrimiento del continente americano.
La Casa de la Cultura consiste en galería, varios salones, platea, palcos, foyer, vestíbulo, cafetería, camerinos, decoración de murales, baños y está en nuestro legendario casco histórico, cercano a museos, cafés de intelectuales, parques y otros edificios con valor simbólico especial.
El Teatro Manuel Bonilla cumple 100 años en septiembre, 2015 y para entonces se programa que esté debidamente restaurado.
El día que se aprobó su decreto, se colocó la primera piedra en el campo La Isla a la orilla del río Choluteca; pero luego se pensó que era mejor sitio, toda la manzana que ocupa frente al parque Herrera que ya existía, en el barrio “La Moncada”.
Ahora lo conocemos como el barrio Abajo y nuestro templo de las artes escénicas en Honduras; tiene capacidad para 425 personas en butacas apropiadas para tales funciones y además tiene su palco presidencial.
El grandioso poeta olanchano Froylán Turcios fue uno de los que propuso crear nuestro teatro.
Fue inaugurado con un baile de gala el 15 de septiembre de 1915 mientras gobernaba Francisco Bertrand, quien apoyó su terminación, dos años después de la muerte del presidente Bonilla.
Y como suele suceder muchas veces, cuando algunos llegan al poder; en su período, el presidente Julio Lozano Díaz, solo por ser el presidente; tomó dos preciosas arañas de cristal de roca del Teatro Manuel Bonilla y las colocó en Casa Presidencial, ahora museo.
El presidente Francisco Bertrand fue el que tuvo el honor de inaugurar nuestro coloso cultural en su gobierno.
Las mismas fueron devueltas a su legitimo dueño, en el período de José Simón Azcona del Hoyo, a través de la gestión del comité formado para su restauración a fines de los 80s y su reapertura fue el 23 de noviembre de 1990 con un concierto de gala de la sampedrana Marimba Zorzales.
Nuestro amado teatro necesita ser cuidado y remozado nuevamente para que pueda sobrevivir a los embates del tiempo, de los elementos naturales y del desgaste del mismo público, que en diversos casos; no siempre sabe cómo tratar los interiores de un inmueble como este y no lo cuida como mandan las reglas de urbanidad.
Una piedra rosa es la que cubre la parte exterior del Teatro Manuel Bonilla.
Los representantes del teatro Manuel Bonilla se han unido con la actual Dirección de Cultura y Artes para trabajar en conjunto para poder recaudar los fondos necesarios para restaurar al majestuoso edificio con motivo de su centenario de fundación; que se cumple el 15 de septiembre del 2015.
Ya hay un comité del pro restauración que tendrá a su cargo las labores de buscar las formas para obtener la cantidad requerida para devolverle a este coloso del saber, de la cultura e inspiración; su antiguo encanto y destellos parisinos.
La otrora directora del teatro, Merceditas Agurcia, insigne maestra de ballet; le colocó ventanas y balcones.
Honduras es un país hambriento de arte y cultura, solo que aun no lo sabe una buena parte de la población; puesto que no están acostumbrados a la misma.
Pero es algo que tengo bien claro, porque aun no conozco a un compatriota que haya arrugado la cara alguna vez ante las sublimes notas de la magna obra ballet-cuento de hadas El Lago de los Cisnes de Piotr Ilich Chaikovski o ante una romántica obra de teatro como “Romeo y Julieta” o “El Fantasma de la Opera” o ante una presentación de tango o danza moderna; e incluso frente a la declamación de una poesía de bardos centroamericanos como Darío, Molina oTurcios.
El ballet infantil y juvenil siempre ha sido de las grandes atracciones del Teatro Manuel Bonilla, gracias a Merceditas Agurcia.
Por eso confío en que la gente responderá a esta iniciativa que ya se comenzará a gestar a través de diferentes eventos y espectáculos organizados con ese preciso fin.
La restauración abarcará desde el escenario, las luces, el sonido, las butacas y las instalaciones eléctricas, hasta el fortalecimiento de paredes que se miran enmohecidas por la humedad, habitaciones desgastadas, techo maltratado, baños dañados.
El salón principal del segundo piso del teatro guarda la elegancia y aires de principios del siglo XX.
Sus finos acabados necesitan urgente remozamiento para sacarles su legendario brillo, hay zonas que necesitan ampliarse desde donde se encuentra el famoso piano de cola negro del Manuel Bonilla hasta su máxima plataforma y se colocarán coladeras nuevas para las intensas lluvias que caen en Tegucigalpa en ciertas épocas del año.
Nuestro Teatro Manuel Bonilla necesita una total reingeniería pero no perderá absolutamente nada de su diseño o aspecto; porque no se cambiará nada; solo se refrescarán sus estructuras.
Jorge Medina ama presentar conciertos de su Orquesta Filarmónica de Honduras en la Casa de la Cultura.
La directora de Cultura y Artes, Fidelia Molina personalmente preside el comité y lo hace desde ahora con mucho entusiasmo, porque comprende muy bien lo que representa la Casa de la Cultura para todo el pueblo catracho; ella sabe que es el epicentro de las más bellas y simbólicas expresiones artísticas del mundo ambientadas en Honduras, ya sea por propios o extranjeros que viajan desde distintos puntos del mundo; para recrear nuestros sentidos y alimentar nuestras almas.
Espero contar con el respaldo de toda persona consciente de esta labor que lea este reportaje para poder reunir esos más de seis millones de lempiras que se necesitan para darle nueva vida a nuestro templo donde se manifiestan las nueve musas de la mitología griega.
Los balcones del teatro guardan incontables historias de veladas maravillosas y secretos de tantos amantes del arte.
Lo vulgar es el ronquido, lo inverosímil, el sueño.
La humanidad ronca, pero el artista está en la obligación de hacerla soñar o no es artista.
Enrique Jardiel Poncela (escritor español)
Barrio Abajo, frente al Parque Herrera
Tel: (504)2222-4366
Busto de la grandiosa Merceditas Agurcia, madre del ballet hondureño y sinónimo del Teatro Manuel Bonilla.
El pintor Carlos Zúniga Figueroa fue quien pintó el teatro en 1915.
El intelectual Augusto C. Coello, autor de nuestro himno nacional; también pujó porque se edificara el teatro.
El escritor y ensayista Rómulo Durón fue otro ciudadano que promulgó la creación de nuestro teatro.
La presentación de la obra Carmina Burana tuvo lleno completo.
Las presentaciones de danza jazz también se han visto en el teatro.
El musical de Broadway “Cats” tuvo un reparto infantil y logró atraer mucho público.
Recitales de jóvenes guitarristas también se han efectuado en el Manuel Bonilla.
La ópera La Traviata fue un rotundo triunfo en la Casa de la Cultura.
Para el 50 aniversario de los Beatles, hasta un musical de la banda se hizo en el teatro.
La Teletón es un evento anual en el teatro y es el que más desgaste le causa al inmueble.
Los artistas internacionales de las Teletones han pasado por montones en el Manuel Bonilla.
Los bailes mexicanos patrocinados por su embajada también se han presentado.
Tenemos que hacer posible que el maravilloso ballet siga siendo bailado por las hondureñas en nuestro teatro.
Las actuales y futuras generaciones merecen tener su épico teatro para cosechar su acervo.